A lo largo de la experiencia vivida en esta comunidad local del Mater Dei he pasado por momentos alegres, esperanzadores y por qué no decirlo tristes por que la tristeza también hace parte de la vida. Alegres el saber que soy privilegiada viviendo en la casa Madre donde inició la congregación, por donde se camina se siente el amor y el sacrificio vivido por nuestra Madre Elisa.
Esperanzadora por que se vive realmente el carisma pedazos de mi corazón, se trabaja con un grupo de niñas vulnerables, sensibles a las dificultades por las que le toca vivir y afrontar; me siento honrada porque trabajo con un equipo de personas disponible, sacrificadas y llenas de un gran amor por el servir al más necesitado.
Florecer donde Dios me ha plantado significa que soy feliz donde estoy y hago lo mejor que puedo. Puede ser que no estoy en el lugar perfecto, pero estoy bien. Dios tiene un plan para mí y quiere que sea feliz.
Todo en la vida comienza con pequeños cambios que nos van ayudando a florecer donde el Señor quiere y llevar la vida de una manera feliz y satisfactoria. Adelante mis hermanas, juntas y unidas somos más fuerte. Dios esta con cada una de nosotras.
Hermana Gladys Elena Botero Castro
Sierva de la Madre de Dios