Eso es lo que necesita experimentar el mundo y para eso nos ha llamado Dios, para que seamos mujeres valientes, alegres y fieles desde la cotidianidad de la vida esperando siempre en Dios.
Debemos ser mujeres valientes no para ir contra nuestros principios y contra nuestro creador vendiendo nuestra alma al mejor postor con tal de encajar en la sociedad actual.
La valentía de la que hablo es la que solo Dios da a sus hijas muy amadas y que no temen corresponder desde sus realidades a ese infinito amor, debemos ser valientes como Judit que no dudó de su fe y asumió con tenacidad la tarea de salvar a su pueblo, reconociendo su pequeñez oró a Dios pidiendo la fuerza necesaria para vencer el enemigo y así fue, Dios respondió a sus ruegos concediéndole la victoria (Judit 13,4-20). Valientes como la reina Ester que al ser una mujer que temía a Dios pudo descubrir el propósito de su vida de salvar a su comunidad del exterminio arriesgando su propia vida, pero acudiendo al ayuno y la oración para recibir de Dios la fortaleza (Ester 4,15-17) que le permitió salvar su vida y la de su pueblo. Pero, nuestro mayor ejemplo de valentía es nuestra madre santísima la Virgen María quien a su corta edad encontró el favor de Dios y aun por encima de sus dudas y que su propia vida estaba en riesgo le creyó a Dios y acepto la misión de ser la madre del salvador.
De otro lado estamos llamadas a ser mujeres alegres y… ¿Qué es la alegría? desde la psicología alegría es una de las emociones básicas de los seres humanos, es la reacción de satisfacción o gozo que se tiene después de un logro propio o ajeno; incluso si se considera que la realidad en la que se vive coincide con lo que se desea, la alegría puede ser un estado constante en la vida de las personas. Pero; y ¿cómo es la alegría desde el evangelio? Nuestro Señor Jesucristo nos enseña diferentes caminos para ser felices: las bienaventuranzas, (Mateo 5,3-11) … son felices los que tienen el espíritu del pobre, como la viuda del evangelio (Lucas 21,1-4) que sin apegos ni egoísmos presento como ofrenda todo lo que tenía “ dos monedas” y no lo que le sobraba, no escatimó y entrego toda su vida a Dios. También son felices los que lloran, porque recibirán consuelo y en esto debemos considerar a la mujer pecadora que lavó los pies del Señor con sus lágrimas y los secó con su cabellos, abrió su corazón ante el Maestro, demostró su fragilidad, su pecado y a cambio recibió de Jesús el consuelo, ¡lo más grande que pudo recibir! el perdón de sus pecados, la paz de su corazón y la libertad de ya no ser juzgada, porque dios ya la había perdonado. Del mismo modo son felices los pacientes porque recibirán la tierra en herencia, nuestro ejemplo a seguir como mujer paciente es Ana la madre del profeta Samuel que soportaba con paciencia las humillaciones que le hacían por ser estéril, pero así mismo desahogó su corazón con Dios siendo escuchada y convirtiéndose en madre. La forma más efectiva y segura para que seamos mujeres alegres es vivir cada una de las bienaventuranzas, pues Dios nos creó para sí, para una vida eterna y gloriosa no para que nuestra alegría dependa de cosas, o personas, es la alegría del evangelio la verdadera alegría que nos convierte en herederos del reino de los cielos, seremos consolados por Dios, obtendremos la justicia y/o la misericordia, podremos ver a Dios además de obtener la filiación Divina.
La alegría nos conduce irremediablemente a ser mujeres de Esperanza, debemos permanecer fieles ante las realidades que presenta el mundo actual, donde se da valor a las cosas efímeras y donde lo verdaderamente importante ha pasado a un segundo plano. Mujeres fieles a la Palabra de Dios, siempre dispuestas a esperar el cumplimiento de sus promesas como nos lo enseña la profetiza Ana (Lucas 2,36-38) que permaneció fiel sin apartarse del templo y sirviendo a Dios día y noche esperaran la realización de la promesa de un Salvador.
También hay una mujer en el evangelio que nos enseña a ser mujeres de esperanza de quien hablo es de la mujer hemorroisa (Lucas 8,43-48) quien contra todo pronóstico y consecuencia al ser mujer en estado de impureza según la ley judía, después de gastar toda su riqueza y vida buscando una cura acudió a la esperanza, se acercó y tocó el fleco del manto de Jesús y recibió la curación. Así también nos encontramos con el pasaje bíblico de la mujer cananea que aun siendo mujer y pagana, por su fe y esperanza insistió tanto al señor Jesús que este le dio un cumplido por lo grande de su fe y curó a su hija. La esperanza puesta en Dios , en el cumplimiento de sus promesas, nos debe conducir a ser un signo para los demás, a empoderarnos de nuestro ser mujer y defender la vida, la familia, la igualdad sin pasar por encima de los derechos de los demás y mucho menos dejando de reconocer lo verdadero de las falsa ideologías, estamos llamadas a ser mujeres valientes, alegres y de esperanza para que cada una pongamos nuestro granito de arena y contribuyamos al cambio, a la evangelización, a la salvación de las almas, mujeres no esperemos que otros hagan por nosotras, hagamos lo que nosotras de la mano de Dios podemos hacer, es decir todo, porque con Dios nada es imposible.
Hna. Isabel Cristina Bohorques Cordoba SMD